sábado, 17 de junio de 2017

El sexo en la literatura actual.





A partir de esta preciosa reseña que me han dejado en «Mirando al cielo de Roma» quiero tocar un tema interesante: el sexo en la novela romántica.
Para mí la romántica siempre me ha parecido un género extremadamente sensual (que  no sexual, ojo). Rara es la novela que no tiene escenas subidas de tono, pero en general eso es algo que caracteriza a la romántica y que suele estar más que justificado. Es decir: chico y chica se conocen -> se gustan -> se acuestan. Lo que viene a ser el ciclo de la vida.

Lo que me impresiona últimamente es que parece haber una fina línea separando la literatura romántica de la erótica y luego otra línea aún más fina separando ambos géneros de «el sexo por el sexo». Hablo de libros en los que no hay hilo argumental y un 90% es solo sexo. Como si el escritor se quedara sin ideas y no supiera hilar una trama, por lo que que recurre a lo «fácil».
No estoy descubriendo la pólvora si digo que lo erótico vende, y cuanto más fuerte, mejor. Esto tampoco lo descubrió E.L. James, ya estaba inventado.

Me llama la atención encontrarme con libros cargados de sexo. Gente que dice escribir «romántica», aunque en realidad sólo teclea sexo, sexo y más sexo (sin historia ni sentimientos), porque es lo que da dinero. Y llega un momento en el que todas las escenas me parecen iguales, «darle al mambo» sin ton ni son, decir que algo es romántico sin hablar de sentimientos, pasar rápido las escenas que no son sexuales, no se vaya a aburrir el lector... y a mí sí que me aburre. Consumo romántica porque me gusta ver historias de gente que se enamora, que evoluciona y así conocerlos a fondo.

Esto está muy extendido ahora mismo. Yo tenía claro que no iba a escribir escenas de sexo en Mirando al cielo de Roma casi desde el principio, principalmente porque es una novela corta en la que Tatiana y Jorge se ODIAN al principio, es evidente que no se van a acostar a la primera de cambio. La segunda razón es el tiempo: mis dos personajes van contrarreloj, sus vacaciones se acaban y ellos están en Roma para descubrirse a sí mismos y quererse poco a poco. Me parece que no encajaba en ningún sitio meter un coito a la carrera, así que simplemente no lo hice.
Creo que es una novela sensual, eso sí, y entre Tatiana y Jorge saltan chispas que gritan «tensión sexual no resueeeelta» todo el tiempo, pero eso también es divertido: dejarlo un poco a la imaginación y darle otra perspectiva. 

Con esto no quiero decir que no haya que escribir sexo ni que yo no lo haga nunca, se puede ver en mis otras novelas. A todos nos encanta leer cuando los protagonistas (o los secundarios) por fin tienen sus momentos... Pero en una novela romántica, para mí, lo importante es trabajar una buena historia y crear química entre los personajes. 
Cuesta más trabajo, sí, pero marca la diferencia.


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